02. Cómo ahorrar puede multiplicar tus inversiones

Guía de inversión para principiantes 2

02. Cómo ahorrar puede multiplicar tus inversiones

En otro post te hemos hablado de por qué antes de emprender cualquier inversión es necesario tener dinero ahorrado. Ahora queremos explicarte mejor el poder del ahorro: los efectos potenciales de hacer algo tan sencillo como gastar un poco menos. 

Imagina la vida de un trabajador estadounidense de cuello azul. Pongamos que se trata de un empleado de gasolinera. Nuestro protagonista es también mecánico y, tras 25 años entre vehículos, se convierte en conserje de unos grandes almacenes hasta su jubilación, en 1997. Una vida meritoria de la que nada sabríamos si no fuera porque, a su muerte en 2014, fue objeto de portadas en todo el mundo. 

Resulta que Ronald Read, que así se llama, es hoy conocido por su filantropismo. Read quiso aportar su grano de arena al desarrollo de Brattleboro, la ciudad del estado de Vermont en la que vivía. De modo que eligió dos instituciones representativas y les dejó una parte de su herencia. Así, la biblioteca Brooks Memorial Library recibió 1,2 millones de dólares de parte de Read. Al Brattleboro Memorial Hospital le cayeron 4,8 millones. 

¿Qué hizo Read para amasar semejante fortuna? Según cuenta Morgan Housel en La psicología del dinero“no había secreto. Ni le había tocado la lotería ni había recibido una herencia. Read ahorró lo poco que pudo y lo invirtió en valores seguros. Luego esperó, a lo largo de varias décadas, mientras unos pequeños ahorros se iban multiplicando hasta superar los ocho millones de dólares”.

Ahorrar es libertad financiera

Es fácil subestimar el poder del ahorro. Al fin y al cabo, gastar menos dinero es un plan que suena de todo menos divertido. Sin embargo, a la mayoría de nosotros nos gusta la sensación de logro que nos queda tras haber ahorrado. En esencia, ahorrar incrementa nuestra libertad de elección presente y futura, como explican Burton Malkiel y Charles Ellis en The Elements of Investing.

Lo mejor de ahorrar es que sus beneficios son aplicables a cualquiera. Si reduces tus gastos a un nivel bastante por debajo del de tus ingresos, conseguirás una forma de riqueza. Tendrás más –más que suficiente–. Y esto es igual de válido para un multimillonario que para un tipo tan humilde como Ronald Read. 

Sabemos que el tiempo es dinero gracias al milagro del interés compuesto. El dinero que guardas, por ejemplo, en una cuenta de ahorro generará unos (pequeños) intereses de manera periódica sin necesidad de que tengas que realizar ninguna inversión. Esos intereses se aplican sobre una cantidad que va creciendo, con lo que el ritmo de crecimiento cada vez es mayor. Por eso hay que empezar pronto, como hizo Ronald.

Alternativas para ahorrar

No hay nada de malo en ahorrar para lograr un objetivo: comprar una casa, cambiar de coche. Pero es necesario ahorrar por ahorrar. Como advierte Morgan Housel, “ahorrar exclusivamente para un objetivo concreto tiene sentido en un mundo predecible. Pero el nuestro no lo es. Ahorrar es una cobertura contra la inevitable capacidad de la vida de sorprenderte lo que no está escrito en el peor momento posible”. Pero ¿cómo lograrlo?

El primer consejo ya lo hemos visto aquí: cancelar las deudas. Sobre todo, aquellas que tienen un interés alto y un plazo corto. Malkiel y Ellis señalan la deuda de las tarjetas de crédito, que describen como “genial, pero no para ti, ni para ninguna otra persona”. Este tipo de financiación suele acumularse con intereses que, al menos en Estados Unidos, rondan el 18%. Una ratio que, como sabemos por el interés compuesto, puede multiplicar nuestras deudas en poco tiempo. Grosso modo, las deudas mensuales nunca deben suponer más del 40% de los ingresos.

Pero hay muchos ajustes, grandes y pequeños, que podemos hacer en nuestro día a día financiero para incrementar nuestro ahorro y, con ello, nuestra tranquilidad presente y futura. Aquí van algunos consejos. 

Automatiza tu ahorro

Ahorrar deliberadamente puede ser difícil si no se tiene un plan. Por ello, es útil marcarse objetivos. Los mejores son aquellos que no requieren nuestra intervención continua. Por ejemplo, si tienes una cuenta de ahorro –si no lo has hecho, es un buen primer paso–, puedes transferirle al principio de cada mes una cantidad de dinero que tú decidas. Como si fuera el primer gasto de cada mes. 

Otras maneras de ahorrar de manera sistemática tienen que ver con reglas. Por ejemplo, ahorrar cada semana un euro más que la anterior; o elevar un euro tu ahorro de mes en mes. Son pequeños gestos que, al final del año, se traducen en ahorros superiores a los 1.000 euros…

Revisa lo que vas a comprar

Todos los hemos oído: hacer la lista de la compra evita distracciones cuando pasees junto a sugerentes estantes del supermercado. En este sentido, muchos recomiendan hacer la compra online, ya que obliga a seleccionar aquello que teníamos pensado y deja menos lugar para la improvisación.

Si se trata de ropa, puedes someter cada compra a lo que Malkiel y Ellis llaman double positive: no comprar nada a menos que tu pareja, amigo, acompañante y tú estéis los dos de acuerdo en que es buena idea. Morgan Housel recomienda evitar compras destinadas a presumir o a mantener el nivel de tus vecinos/compañeros/amigos…: “Las personas que gozan de un éxito financiero personal duradero, que no son necesariamente las que tienen unos ingresos más elevados, tienden a ser propensas a que les importe un bledo lo que los demás piensen de ellas”.

Reduce tus expectativas

Un poco en la misma línea, pero aplicado a gastos mayores, Malkiel y Ellis hablan de comprar coches seminuevos en lugar de estrenarlos o elegir un seguro de vida a término en lugar de uno convencional. Más discutida es la recomendación de vivir en una casa en propiedad, que los autores defienden porque permite a las familias jóvenes disponer de un lugar agradable donde vivir mientras los niños crecen; los préstamos hipotecarios son muchísimo más manejables que otro tipo de financiación, y porque la vivienda es un refugio razonable contra la inflación.

También es recomendable comparar bien las facturas de los suministros –y bajar un par de grados el termostato en invierno–. Revisar los gastos cada uno o dos meses ayuda a determinar si realmente estamos gastando el dinero en aquello que nos aporta valor. Y, si eres capaz, otra medida potente es reducir tus gastos al nivel que tenían dos o tres años atrás.

Invierte en productos de bajo coste

En lo que hace a invertir, es importante tener en cuenta no solo la rentabilidad, sino los costes, los impuestos y la inflación. De nada sirve obtener buenas rentabilidades nominales si los costes asociados y la inflación anulan la mayor parte. Por eso, es recomendable invertir en instrumentos con costes bajos, como, por ejemplo, los fondos indexados. Como sabemos, estos fondos no requieren de un gestor que seleccione las acciones y cobre por su buen criterio, sino que invierten en índices enteros –con mejores resultados y un coste mucho menos–.

Otra opción que combina un sector estable y costes muy bajos –cero, de hecho, para los inversores– es el crowdfunding inmobiliario. Puedes probar con Urbanitae desde solo 500 euros…